Requisitos y Promesas

Requisitos

La puede hacer todo el que quiera, pero hacen falta estos requisitos:

  • Que haya leído enteros los cuatro libros de la VDCJ y trate de ponerlos en práctica.
  • Que se crea llamado a vivir la VDCJ.
  • Que se sienta impulsado por el Espíritu Santo a hacerla.

No obstante, aunque cada alma es libre de decidir hacer la Consagración, es conveniente meditarlo bien a la luz de la Palabra de Dios.

« ¿Quién de vosotros, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? De lo contrario, si resulta que ha puesto los cimientos de la obra y no ha podido terminarla, todos los que lo vean se pondrán a burlarse de él, y dirán: ‘Éste comenzó a edificar y no pudo terminar.’ » [1]

 Hacer una Consagración es una cosa muy seria. Antes hay que meditarlo bien.

« Consagraos a Mí, sí, ¡pero en el espíritu!, en espíritu y en verdad, no con falsa palabrería, retórica y letra al fin que, impresa en un papel, no significa nada para Mí. Yo quisiera que cada uno grabara en su corazón las letras de las Consagraciones que me leéis públicamente ¡a fuego! y las cumpliera, so pena de perder su propia vida para no saltarse ni una sola de sus promesas.

Yo me inmolo por vosotros en fidelidad para los siglos. Pido esto de vosotros.

Esta Devoción no es como aprenderse una serie de fórmulas y recitarlas de carrera.

Que nadie se engañe, no engañéis. Yo os abro mi Corazón, me desgarro por vosotros.

Esta Devoción es para los que están dispuestos a derramar la última gota de su sangre por el Amado, por Mí, su Amado, su Rey, el Lote de su Heredad.» [2]

El Señor recomienda que no deben hacerlo quienes no estuvieran dispuestos a vivirlo con todas sus consecuencias. Que no se haga esa Consagración a la ligera.

Antes de iniciar la Consagración a su Corazón Eucarístico, Jesús nos motiva a reflexionar en espíritu y en verdad sobre nuestra preparación (idealmente en adoración ante el Sagrario):

 « Querida, diles que sin humildad, no podrán.

Querida, diles que no se lo tomen tan a “chufla”: Sin humildad no podrán.

Querida, diles que sin pobreza tampoco. La riqueza llama a riqueza. Y vosotros sois los pobres del mundo.

Querida, diles que sin fraternidad tampoco. Aquel que vea al hermano herido y no sea capaz de cogerle la mano para ayudarlo, dile que no venga.

Y, por último, querida, diles que, sin un Amor Loco a Mí, Eucaristía, no podrán. Que lo cojan. Que hagan acopio de él.

Y como colofón, os dejo a mi Madre. Todo esto, sin mi Madre, es imposible. Es imposible hoy en día. » [3]

9.- Promesas

En varias partes de los libros de la VDCJ, Jesús ha hablado de las promesas a quienes vivan y difundan la “Verdadera Devoción al Corazón de Jesús”.

Conviene aclarar que estas promesas se cumplirán de distinta manera en cada persona, en la medida en que se haya implicado en la VDCJ, como es lógico.

Jesús dijo:

« Las Promesas son (aumentables) porque habrá muchos grados al leer.[4] Unos sólo lo leerán; otros se moverán un poco; otros cambiarán de vida y lo aplicarán a su vida como un Camino; en otros la transformación será radical.

Hay algunos que te ayudarán,[5] pero sin implicarse demasiado, y otros que te ayudarán siendo su vida una vivencia radical eucarística según la VDCJ».[6]

Y las promesas no solo son aumentables, en función del grado de implicación de la persona, sino que son “innumerables”, como infinito es el Amor de Jesús.

« Si esta niña continuase escribiendo un Libro sobre las Promesas, podría hacerlo todos los días y todos los días de su vida, sin acabarse.

Tal es el Tamaño y Magnitud de mi Amor.

Pero como esta tierra es finita, y el tamaño del Libro también… sólo le daré algunas para que fueran “haciendo boca” porque ¡quiero que vengáis Conmigo a gustar de las Delicias que es que Dios se baje hasta sus criaturas[7] y comparta con ellas su Vida! » [8]

Jesús dio unas promesas ampliadas para todos aquellos que se acerquen con Él al Calvario y sean regados con su Sangre Redentora y se adentren a través de la Llaga de su Corazón:

« ¡Alaba Israel al Señor por todos sus beneficios![9] Que Yo amplío mis Promesas en esta niña, para todos los que vivan la Verdadera Devoción al Corazón de Jesús Eucarístico, que serán co-redentores Conmigo, con todo lo que eso conlleva:

Serán contadas por miles las almas que por su medio llegarán a Dios.

Les prometo en el Cielo una dicha especial. Porque, ¿cómo es la dicha de los unidos a Mí-Eucaristía en la tierra? Ah… la dicha no tendrá límites. En el Cielo seguirán gozando de ella,[10] y les serán comunicados todos los Misterios Eucarísticos. Porque Dios, en su Eterna Misericordia, quiso hacerse Eucaristía con vosotros.

Porque no es sólo que se quiso quedar para acompañaros en la tierra. Es que os quiso hacer partícipes de Él mismo.[11] Y os quiso hacer convertir en otros Yo, otros Cristo.

Aunque no fuerais sacerdotes, ¡todos sacerdotes!; aunque no fuerais profetas, ¡todos profetas!; y aunque no fuerais rey, ¡todos rey, pues (sois) hijos del Rey![12]

Os quiso hacer hijos en el Hijo.[13]

Os quiso hacer morada del Espíritu Santo.[14]

Os quiso hacer partícipes de la Gloria de Dios.

Y os quiso hacer co-redentores con la Madre, mi Madre. Madre de Dios y Madre vuestra.

¡Oh, Marga!, que podrías estar toda la noche escribiendo sobre las Promesas, y no acabarías.

En el Cielo os lo seguiré comunicando.

Porque son las Promesas de la Obra de la Redención.

Ser salvadores de vuestros hermanos.

Corredimir con Cristo ».[15]

 « Les prometo ser, en el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, el Amor, el Corazón Místico de Jesús.

Les prometo Unión Mística Conmigo, como la de los grandes santos.

Les prometo Presencia constante de Amor. Acompañamiento perenne de mi Santo Espíritu.

A quien sea fiel a sus votos, recompensa de fiel en el Cielo.

Y aún hay más:

No se perderán ninguno de los seres queridos.

Y Cielo para los que les maltratan.

Les prometo cruel persecución en la tierra, pero Dios mismo, con sus manos de Padre, librará a sus hijos de la trampa (red) del cazador.[16]

En la enfermedad, Yo mismo velaré su cama.

Y mi Madre será enviada especialmente para aleccionarle y educarle, y corregirle, y convertirle día a día, a la Vida nueva.

Será la Madre y Maestra que les enseñe el Camino.

Serán llamados a formar y alistarse en el Ejército de María. Con Ella como Capitana, ganarán las más feroces batallas contra el Enemigo.

Con mi Rosario, pararán las guerras y desastres.

Con mi Escapulario, saldrán ilesos del peligro.

Serán purificados a fuego y encontrados aptos.

Serán con su palabra espada de doble filo.

A su paso se convertirán las almas y expulsarán los demonios.

Prometo, en la Entrañable Misericordia de mi Corazón, que jamás serán confundidos en medio de las vanas doctrinas que se extenderán por el mundo en los días aciagos de la Gran Tribulación.

Ninguno de sus hijos morirá de muerte violenta.

Su familia no será quebrada aun en medio de la prueba y la desdicha.

Les prometo muchos oprobios y vituperios a causa de los hombres malos de iniquidad. Pero éstos se les transformarán en perlas para la vida futura.

Les prometo Cruz, pero Gloria.

En mi Resurrección Gloriosa,[17] Corazón de Cristo. »[18]

**************************

 

[1] Lc 14, 28-30.

[2] Mensaje de Jesús del 15 agosto de 1999 (Tomo I).

[3] Mensaje de Jesús del 18 de noviembre de 2015 (Tomo III).

[4] Al leer estos libros de “Dictados de Jesús a Marga”.

[5] Algunos ayudarán activamente a Marga en la difusión de la VDCJ.

[6] Mensaje de Jesús del 6 de octubre de 2016.

[7] Cfr. Flp 2,6ss. 

[8] Mensaje de Jesús del 24 de febrero de 2017 (Tomo IV).

[9] Cfr. Sal 103,2.

[10] Se refiere a la dicha que les darán los Misterios Eucarísticos.

[11] Cfr. Hb 3,14. 

[12] Esta frase es muy rica en contenido y necesita una breve aclaración. En el Nuevo Testamento a Jesús se le dan los tres títulos: sacerdote (Hb 4,14-16; cf Jn 19,23; Ap 1,13), profeta (Lc 24,19) y rey (Jn 6,15; 18,33-37; Mt 21,1-11; 27,37-42). Para san Pedro, la primitiva comunidad cristiana era real y sacerdotal, y tenía la función profética de proclamar las obras maravillosas de Dios (Cfr. I P 2,9-10). La tríada “sacerdote-profeta-rey” vuelve a aparecer en el siglo IV. El beato Cardenal John Henry Newman (s. XIX) aplica esa tríada al triple ministerio de la Iglesia, interrelacionando los tres elementos. En el siglo XX, Joseph Fuchs e Yves Congar la aplican a los laicos. La tríada es estudiada por Pío XII en su Encíclica “Mystici Corporis”. El Concilio Vaticano II da un gran paso en su estudio, aplicándola a Cristo, a los sacerdotes y a los laicos, especialmente en la Constitución dogmática Lumen Gentium. El Código de Derecho (c. 204/1) lo cita expresamente. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda: “Los bautizados vienen a ser “piedras vivas” para “edificación de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo” (1 P 2,5). Por el Bautismo participan del sacerdocio de Cristo, de su misión profética y real, son “linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz” (1 P 2,9). El Bautismo hace participar en el sacerdocio común de los fieles”. (nº 1268). Pero, naturalmente, siempre distinguiendo entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común o de los fieles. 

[13] Constitución “Gaudium et spes”, del Concilio Vaticano II, nº 22.

[14] Cfr. I Co 3,16; 6,19; Ef 2,22. 

[15] Mensaje de Jesús del 23 de febrero de 2017. 

[16] Cfr. Sal 91,3.  

[17] En la Resurrección de la humanidad, ser en el Cuerpo Místico Resucitado, Corazón de Cristo Resucitado.

[18] Mensaje de Jesús del 23 de febrero del 2017.

Deja un comentario

X