Novena Instrucción: Lucha espiritual con las Armas de Dios

Los tiempos arrecian, los ejércitos, especialmente el del mal, están ya dispuestos para la batalla.

Es una batalla ante todo espiritual, aunque en su última fase se volverá física.” [1]

 “Mirad, se vienen días de lucha, de lucha muy cruenta. La batalla está siendo ya sangrienta, y llegará a su cenit.

Muchos de vosotros, los fieles, sucumbirán. Sí, hija, qué dolor para vosotros y para Mí verles. Lo harán quienes no obedezcan.” [2]

 En su famoso sueño del 20 de mayo de 1862, san Juan Bosco relata una historia en la que el “barco del Papa” que es la Iglesia, se ve asediado y perseguido por numerosas naves enemigas, que tratan de hundirle. Alrededor de la nave del Papa, surgen diferentes navecillas que auxilian al Papa y a la Iglesia en este combate.

Rememorando este famoso sueño profético, Jesús, invita a Marga a zarpar y ser una de esas naves que ayuden al Papa y a la Iglesia en la batalla que ha comenzado, donde se hace ya patente y abierto el cisma en la Iglesia, por décadas encubierto.

 “Zarpa. Emprende la marcha. Ve a la conquista. Emprende la lucha.

Tu tropa está preparada.

Y tus naves también.

 “¿Quién ha dicho que sea fácil? El cristianismo no es fácil, amada hija, es una lucha. «Es milicia la vida sobre la tierra».[3]

Lucha, hija mía, no dejes de luchar ¡nunca! La vida es lucha y tenéis esta lucha hasta el momento de vuestra muerte.

Es por olvidar esto, que la vida es lucha, que fracasan muchas entregas hechas a mi Hijo.

No podéis entregaros sin saber a lo que vais.

Aunque con momentos de Luz, tenéis muchos momentos de Cruz. No olvidéis esto.

Y estad siempre dispuestos a entregar todo lo que el Señor quiera pediros.” [4]

Es una lucha espiritual, según Dios, con las armas de Dios, pero también con la firmeza de Dios y de defender lo que es de Dios y los valores de Dios.

 “¡Necesito que seáis más firmes, más fieros y más fieles!

Pensáis: “Señor, si hablas de «fiereza», es una actitud belicosa y beligerante”.

Sí, cuando se trata de defender vuestros valores, la Patria y Dios, ¿por qué os los dejáis arrebatar con tanta facilidad y no lucháis?

Quiero lucha. Estamos en la Batalla.

¡Que luchen!” [5]

 “¡Ah, querida! Si esperan una carta de Mí y una palabra de ti, te diré que es ésta: ¡LUCHA!

Coge tus naves y ven con los tuyos, con tu ejército, con tus tripulantes, los que esperan las órdenes porque reconocen en ti la que guía la mano de Dios, la líder que porta sus órdenes, la que sabe lo que hay que hacer.

No puedes descender la marcha, sería un caer en las garras del enemigo.

Pretenden manejaros a los españoles. ¡No lo conseguirán!

¡Defended vuestros valores! ¡Defended vuestra Patria! ¡Que no os la arrebaten!

Reavivad el fuego en vuestros Pastores, que están aterrados viendo cómo no han sabido defender la Religión, y ahora se la arrebatan desde todos los ámbitos.” [6]

 Jesús aclara el sentido de estas palabras y contra quién es esa lucha:

No tenéis que luchar contra los hombres, sino contra Satanás. Ése es el Enemigo.[7]

(Él) Utiliza a algunos hombres, pero vosotros tenéis que amar a esos hombres.

No es contra ellos contra quienes se lanza la batalla, aunque ellos estén a su servicio. Para ellos siempre la paz y la palabra amiga.

Con eso haréis vuestras batallas.

No es con la sangre, no es con el fuego, tampoco con la artillería.

Es con las armas del amor de las que os tenéis que proveer.”

Pero levar anclas y zarpar para la batalla supone también dejar tierra firme y, con ello, a los que desean permanecer a seguro, en sus vidas no según Dios, aunque se declaren creyentes o incluso católicos practicantes:

“Muy a menudo encuentro, entre los que se dicen míos, espíritus muy en connivencia con el mundo, el Demonio y la carne, mientras se creen los fieles practicantes, sobre los que recae el peso de la transmisión de la fe.

¿Qué valores se transmitirán así?

Mejor ésos que no vengan, o la Batalla será un fracaso.

Lograrán convencer y pudrir, entre sus filas, a los más fieles.

¡Que no vengan! No los quiero a mi lado, ni están destinados para ellos los puestos más importantes. Que se queden complacidos en sus buenas obras, y a ver, cuando llegue el Juicio Final, si tienen algo que enseñarme.” [8]

 “Dejad a todos esos vuestros hermanos que pretenden vivir una fe light, licuada, a su medida. Dejadlos en esa vida y vosotros defended la fe católica auténtica.

Para todos los que dejaron sus matrimonios auténticos y pidieron el divorcio.

Para todos aquellos que impidieron que naciera nueva vida en su interior.

Para todos aquellos que abandonan a sus mayores.

Para todos sobre los que prima el estatus social propio y el de los demás, antes que el ser.

Para todos los que olvidan la fe y la práctica religiosa. Los que no se acuerdan de Dios ni en sus cenas.

Para todos los que son escándalo de los pequeños en todos los ámbitos.

Para los que no trabajan por la paz y la justicia.

Para los que se olvidan del pobre y desamparado.

Para todos ellos, que hacen eso y no buscan arrepentimiento y no se arrepienten para vivir.

Les espera la muerte, y muerte eterna, y no son vuestros hermanos. No están en vuestra comunión.

Si no buscan conversión, abandonadlos. Dejadles a la Misericordia de Dios. No tengáis trato con ellos[9] y fomentad el trato con todas aquellas almas que buscan conversión y que os están encomendadas y os están esperando.

Hay mucho trabajo, mucho que hacer para perder el tiempo y las energías con los que están a gusto en su vida de pecado y no quieren conversión.

Sería una distracción y una tentación para vosotros, pues os haría caer, pretender compartir y condescender con ellos, con la excusa de salvarles.” [10]

“Construid a vuestro alrededor la Civilización del Amor. Hacedlo con las personas afines. Dejad a los reacios.

Actualmente una persona pertinaz metida en el mundo del horror tiene mucha fuerza de arrastre, porque el Demonio les está concediendo buena parte de su poder. Por eso: evitadlos. No os metáis ni a intentar salvarlos. Hablo de los que tienen ya su voluntad cedida al mal. Alejaos. Formarán ellos un mundo aparte, en el que habrá prosperidad y dicha aparente, del que no quiero que forméis parte. No quiero, porque cuando mande mi Ángel a destruiros no os quiero encontrar en medio de ellos. Porque se destruirán a una”.[11]

Y es que ya están las bases para el surgimiento de una Nueva Iglesia, una Iglesia no según Cristo, ni la Tradición ni la Sagrada Escritura, sino con los valores del mundo moderno, donde el hombre se encumbra como un dios y se regodea en su vida de pecado.

“Diles que Jesucristo no amó nuestro pecado. Jesucristo destruyó nuestro pecado. Y al destruirlo lo hizo vida.

Y era tan importante rechazarlo y destruirlo que, para hacerlo, se entregó a Sí mismo bajo una muerte abominable y muerte en Cruz.

Si queréis ver la realidad del pecado mirad al Crucificado. Y pensad que fue necesario que Dios mismo en su Hijo fuera aniquilado y maltratado hasta la muerte, y muerte en Cruz,[12] para aniquilar, para borrar de tu vida ese pecado en el que tú muy a gusto te complaces e incluso a veces estás orgulloso.

Cuando le pedís al Padre que acepte vuestro pecado es como pedirle que maltrate nuevamente a su Hijo, por el gusto de concederos ese placer temporal.

¿No os importa crucificar a Cristo?[13]

¿Debe Él sufrir todo eso sólo por tu gusto y tu capricho en la tierra?

Todavía hoy os contemplo en el Templo, gritando y rogándole a Dios que os conceda maltratar a su Hijo.

¿Cómo podéis tener esa insolencia tan grande?” [14]

 Y terminamos de nuevo con san Juan Bosco y su “Sueño de las dos columnas”. La nave de la Iglesia, asediada por tormentas y barcos enemigos, no encuentra la paz hasta que se amarra a dos columnas. En una está la Eucaristía. En la otra, la Virgen. 

 “¡Oh, hija!, ¿sabes?, tus amigos, tus hermanos han hecho una iglesia a su medida y una nueva ley que pretenden imponérsela a Dios, que son ley del hombre y sus caprichos. Ley para dominar y ordenar a Dios.

Y a Dios nadie le ordena. Es Él el que manda y ordena al hombre.

Existe una única Ley de Dios, que no se adapta a las circunstancias, que es Eterna.

Existe una única Iglesia, que no se reinventa con los tiempos. Es la que es, y fundada por Jesucristo, avalada por la Tradición, el Magisterio y la Palabra de Dios.

Todo aquel que quiere vivir otra Ley de Dios y pertenecer a una Nueva Iglesia, que salga de la Auténtica y cree la suya propia. ¡Que tenga lugar la ruptura!

En las naves, ¡defendedla!

Ayudad al Papa a agarrar a la Iglesia a las dos columnas: La Virgen y la Eucaristía.

¡Ayudadle! ¡Apoyadle!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.” [15]

La gran Batalla entre la verdadera Iglesia, con el Papa a la cabeza, y la Nueva Iglesia que se erige como dominadora del mundo y encumbradora del hombre ha comenzado.

La orden de Jesús es clara y tajante:

“¡Que tenga lugar la ruptura! …

Ayudad al Papa a agarrar a la Iglesia a las dos columnas: La Virgen y la Eucaristía.” [16]

 

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Ahora bien, ante esta situación, ¿podemos estar tristes, temerosos, apesadumbrados?[17]

La Virgen viene en nuestra ayuda y como una buena Madre nos alienta, como ante su hijo lloroso, lleno de miedos, inseguridades y turbaciones cuando se despierta por la noche y solo ve oscuridad:

“¿Y qué tal si os digo que ya habéis ganado?

Es una Batalla ganada, porque ya ha tenido lugar, y ya se ha hecho su desenlace, que es la derrota de la Serpiente junto con todo su ejército.” [18]

En uno de “Los diálogos de Jesús a Marga”, ella pregunta cómo acabará esta Batalla y Jesús responde de un modo tranquilizador. El resultado de la Batalla no depende de nuestras propias fuerzas, de nuestros propios méritos, sino del Poder de Dios.

“¿Y cómo acabará esto?

Al adversario lo derrocará el Poder de Dios. Nada ni nadie, salvo Dios. Lo derribará de su Trono. Y con él, las obras del mundo y de su poder.

Yo vendré. Bajaré del Cielo y Conmigo la Jerusalén Celeste.[19]

Y vendré a establecer mi Morada entre vosotros, los que habéis permanecido fieles.

Con ellos construiré la Nueva Jerusalén.

Y no habrá ya más llanto y corrupción.[20]

Volveré a establecerme en el Centro del Santuario.

Y habrá Adoración Perpetua en todos los Templos.” [21]

[1] Mensaje de Jesús del 28-08-2015

[2] Mensaje de Jesús del 08-10-2009

[3] Jb 7,1.

[4] Mensaje de la Virgen del 18-11-2013

[5] Mensaje de Jesús del 13-10-2020

[6] Mensaje de Jesús del 13-10-2020

[7] Cfr. I P 5,8.

[8] Mensaje de Jesús del 02-05-2012

[9] Cfr. Ef 5,7; I Co 5,9ss.; 2 Co 6,14

[10] Mensaje de Jesús del 13-10-2020

[11] Mensaje de Jesús del 17-03-2012

[12] Cfr. Flp 2,8.

[13] Cfr. Hb 6,6.

[14] Mensaje de Jesús del 13-10-2020

[15] Ibid.

[16] Ibid.

[17] Cfr. Rm 8,31-39.

[18] Mensaje de la Virgen del 29-05-2012

[19] Cfr. Ap 3,12; 21,2.

[20] Cfr. Ap 21,4.

[21] Mensaje de Jesús del 28-06-2008

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