Octava Instrucción: Conversión de vida, no solo en apariencia

Vivimos unos tiempos únicos en la Historia de la humanidad, y a muchos nos ha pillado desprevenidos. Incluso las personas que creemos en la urgencia de los tiempos y que procuramos estar los con los oídos atentos a la voz del Cielo, en las numerosas apariciones que ha hecho la Virgen en los últimos 100 años y también a la voz de los profetas de los Últimos Tiempos, estamos desconcertados, nos ha pillado todo con el pie cambiado, porque consciente o inconscientemente, hemos puesto nuestra esperanza en lo material, poco o mucho, pero el mundo y sus ilusiones se pega cada día, como el polvo a nuestro cuerpo y a nuestra alma, porque todos los días hay que purificar mucho la intención y reorientar la “brújula” de nuestro camino con perseverancia y paciencia.

Tanto si somos católicos antiguos, como nuevos conversos, podemos caer fácilmente en la tibieza. Los primeros, porque ya nos creemos los puros, los buenos, los que estamos salvos porque, como el fariseo en el templo, no somos como esos publicanos que no “cumplen” con los preceptos de Dios. [1]

Desproveeros de todo egoísmo, de todo elitismo, de todo afán de superioridad, de todo juicio, de todo rencor.

Si vosotros os consideráis cristianos y dispuestos a luchar en mis filas en esta Batalla, id a la Batalla desprovistos de todos estos ropajes, que os impiden luchar con pulcritud y os llevan a la ruina. La peor ruina, es la que no se aparenta”. [2]

Pero, los segundos, los nuevos conversos, también podemos caer en un error muy común, y es cifrar la conversión en uno o varios “momentos fuertes” pero puntuales que ocurrieron en nuestra vida y, a partir de ahí, pensar que ya somos “católicos convertidos” y está todo hecho. Y es que la conversión debe ser continua, es un proceso constante en la existencia de la persona hasta el fin de sus días.

Para unos y para otros, para muchos de los cristianos de hoy día, Jesús nos podría aplicar las palabras de la Biblia:

Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero como eres tibio, es decir, ni frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.  Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Pero no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.” [3]

“¿O pensáis que aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé y los mató eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.” [4]

Y es que, como he comentado antes, buscamos en los profetas, sobre todo “conocer” lo que va a pasar y saber qué tenemos que hacer para “proteger” materialmente nuestras vidas y las de los nuestros, es decir “información” y “materialidad”. Jesús ya nos advertía:

“Tienes que ir a decir a todo aquel que te quiera escuchar ¡que Yo no he cifrado la Salvación de mi pueblo en las Profecías! Lo he cifrado en la conversión de vida.” [5]

“Querida hija: muchos cifrarán los Mensajes sólo en ver y en saber cuándo viene el Aviso, cómo son los Castigos… Y no es eso lo que Yo quiero con estos Mensajes.

Con estos Mensajes quiero la Común-Unión de las almas conmigo. Quiero que ya no te importe tanto en tu vida si va a haber un Aviso, o si voy a perder todas mis pertenencias. Que eso pase a un segundo plano. O tercero. Lo que importe sea cumplir la Voz de Dios.

Querida: todos estos Avisos y Castigos os van a venir por no cumplir la Voz de Dios en vuestras vidas. ¿Por qué afanarse por conocerlos, y no por cambiar, que es lo que podría evitarlos?

A muchos, muchas veces, les encuentro leyendo esto, pero sin ánimo de enmendar sus vidas. Mensaje baldío para ellos, entonces. Mensaje baldío.” [6]

 “Las gentes viven desazonadas por previsiones de catástrofes que, alarmistas, las hay por todas partes. Pero pocos ponen su confianza en Mí y, lo que es peor, pocos vuelven sus corazones a Mí para convertirse de sus malas obras.

¿Querer a la mujer, querer a los hijos? ¿Y qué persona desnaturalizada no los quiere? No hacen nada extraordinario. Sin embargo, muchos, con eso, creen que cumplen con Dios y tienen la conciencia tranquila. Piensan que suficiente con que hagan eso, dado el mundo en el que viven. Pero muy equivocados están, yerran sus obras y caminos. No cumplen la Ley de Dios.

¿Qué persona que no cumpla la Ley de Dios podrá ser salvo? ¿Cuál, aunque ame a su familia? ¿Es que acaso el único mandamiento de Dios es amar a los que te aman y te proporcionan placer?

Hijos, ¡qué equivocados estáis! Echad un vistazo al Decálogo y decidme, uno por uno, qué Mandamiento de éstos cumplís.

¿Que la única Ley de Dios es el amor y el amor a los tuyos? ¿Quién te ha dicho eso, y quién te enseñó Religión? ¿Y por eso eres cristiano? Te digo, hijo mío, que poco te diferencias tú de los paganos. Los paganos también aman a los que les aman. Y se desviven en atenciones con quienes les pueden proporcionar placer y diversión, atención y buen vivir.

Pero dime, hijo mío, qué tiene que ver eso con el Cristianismo. Tienes una fe que es una fe muerta. Caminas por caminos equivocados y errados, que te llevan al paganismo y a la idolatría. Diriges tus pasos camino de la fosa y, lo que es peor, no caes en la cuenta que lo haces, convencido de tus buenas obras porque amas a los que te aman, porque amas a los tuyos.” [7]

Este documento de Instrucciones se presenta como incompleto a los ojos de muchos. Piensan que el Cielo, debería ser más preciso sobre lo que hacer:

“Sí, te dicen los tuyos: “¡Y esta vez no nos quedemos callados, como la otra vez! Están los ojos puestos en nosotros, esperando que digamos algo”.

¡Ah!… ¿Y resulta que “no hemos dicho nada”?

Acabamos de publicar un documento con “las Instrucciones precisas[8] sobre lo que hay que hacer ahora. ¿Y no hemos dicho nada?

Yo hablé en medio de la pandemia, rasgando mi Corazón, abierto para vosotros, y os mostré mi Dolor con forma de Cariñoso Lamento y “Regaño”. ¿Y no he dicho nada?

¿Quisieran, acaso, que me mostrara como el Juez Destructor que no Soy, para tenerlos contentos?

Hay gente que lee las “Instrucciones” y piensa: “Bien, pero esto no es a lo que debo dar difusión”. Esperan otra cosa. No sé qué esperan, cuando os he dicho que la guerra debe ser espiritual y las armas que debéis esgrimir son la conversión, el espíritu eminentemente eucarístico en una Defensa abierta del Culto y de la Adoración de la Eucaristía.

No sé qué esperan.

Os dije que atendierais a vuestros hermanos, os dije que no me dejarais solo. ¿Cuántos lo hicisteis? Y aún buscabais en los escritos algo que hacer ahora, alguna instrucción.

Hay gente que leerá todas esas instrucciones y aún se preguntará: “¿Qué debemos hacer, Marga?” A estas personas no les digas nada. Diles que ya está escrito.

Esperan que les digas algo con respecto a sus pertenencias y su vida material. Algo del tipo: “Vended todo, sacad vuestro dinero del banco, pues va a haber un “corralito” e iros a vivir a esta localidad, que será protegida del Desastre. Vosotros y vuestras familias. Es la hora de iros al “bunker” y protegeros de lo que viene, terremotos, pestes, epidemias…”

¿Y Yo? Pero si lo que tenéis que hacer es acompañarme en mi Pasión. Lo que tenéis que hacer es a modo espiritual. Es uniros a Mí y preocuparos y ocuparos de vuestros hermanos.

Habláis de cambio material. No pensáis en el cambio espiritual.

Es un trabajo muy profundo y arduo de conversión, el que tenéis que realizar. Muchos no estáis dispuestos.” [9]

La principal clave de esta reflexión es muy sutil: requiere mirar en profundidad y cambiar la perspectiva, no centrarnos tanto en las consecuencias (los acontecimientos profetizados), como en la causa que los provoca (la in-conversión, la nuestra y la de la humanidad), para así centrarnos en lo verdaderamente importante, que es incidir en la causa (buscar nuestra propia conversión y la de las personas a nosotros encomendadas) y no fijar tanto la mirada en ver cómo “sobrevivir” a las consecuencias, porque esto último solo nos llevará a nuestra propia aniquilación a través de los castigos del hombre (causados por nuestro pecado, como esta pandemia), para luego sobrevenir los Castigos de Dios, para purificar a una humanidad que solo busca la salvación material y vivir en el pecado y el egoísmo.

“Hijos míos, no queréis ver que, si no os convertís, el mundo será destruido.

Primero os autodestruiréis y luego la Mano de Dios caerá con fuerza sobre vosotros. Y buscáis otras cosas que hacer, pero tan sólo debéis buscar la conversión.

Debéis buscar que el demonio salga de vuestra vida y del dominio que tiene sobre ella. Eso sólo se consigue con una vida seria de piedad y austeridad. Con una vida de caridad y amor al prójimo.” [10]

Es verdad, el demonio se ha instalado en todos los ámbitos de nuestra vida, a veces de forma visible y flagrante, en aquellos que viven inmersos en un pecado fácil de distinguir, pero en la mayoría está de forma subrepticia, imperceptible y silenciosa, y esto es más grave, pues trabaja en la sombra sin que nos demos cuenta.

Jesús establece diferentes ámbitos donde el demonio y el pecado se han instalado con más firmeza y sutileza entre los católicos.

El primer ámbito es nuestro interior. Ahí es donde se tiene que dar la batalla inicial, la principal:

“El primer reto es el de desbancar al Demonio de en medio de vosotros.

Esto supone para vosotros un reto y una lucha, y que cada uno medite en su interior a qué me refiero con esto para él.

Hay unos demonios que actúan en medio de vosotros.

Hay demonios personales: miedos, angustias, rebeldías, desobediencias, pecados enraizados…

Hay demonios instalados entre vuestros familiares, los que os hacen la guerra. En mayor o menor medida. Y ésta es la mayor cruz personal que podéis tener a nivel afectivo.

Hay demonios atacando desde fuera de una u otra forma.

Estáis en Guerra. Ésta es la Guerra.

Tenéis que impedir que el Enemigo se vuelva poderoso y se enraíce en todos estos frentes contra vosotros. Ése es el mayor reto que tenéis y el primero.

¿Cómo se puede desbancar? ¿Cómo lucharéis contra ello?

Mirad: en vosotros primero. En vosotros primero. Que nadie procure dar la batalla fuera, si antes no la ha dado dentro. Saldría al campo desprovisto de las armas, y caería en el primer embate.

Esta es la razón por la que algunos que han pretendido solucionar problemas externos a ellos y se han metido sin antes solucionar los propios, ya no están.

¡Primero dad la batalla dentro!, en vosotros, en vuestras almas. Desbancad al Demonio de dentro de vosotros.

Tened un corazón puro, donde no quepa el odio ni las malas obras, donde sólo esté el amor. Similar al de mi Madre.

La primera tarea que tenéis que hacer todos es cambiar vuestro corazón de piedra por un corazón similar al de mi Madre, para que Yo pueda miraros con complacencia, y así hacer huir al Demonio de vosotros.” [11]

El segundo ámbito es la idolatría, esas actitudes y comportamientos que tenemos asumidos en nuestra sociedad de complacencia con el pecado, con la tibieza y con el mundo, para poner un pie en el Evangelio y el otro en el mundo, intentando hacer un equilibrio que pronto, cuando arrecien los tiempos, se hará imposible compaginar.

Jesús nos avisa: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.” [12]

“Diles que tienen en su interior todavía muchas actitudes idolátricas y propias de los que no han conocido el Amor de Dios y pretenden quedar bien con el mundo.

  • Diles que se preocupan en el gozar sólo y en el tener.
  • Diles que les importa el qué dirán.
  • Diles que en su corazón convive la impureza con la adoración a Dios, y eso lastima mi Alma.
  • Diles que piensan que en ellos puede convivir el pecado con un seguimiento grande a Cristo. Y que no han renunciado a él.
  • Diles que les espero dando testimonio, y se callan.
  • Diles que pongo a su lado solos y desamparados, personas a las que atender, y les abandonan.
  • Diles que no encuentro que hayan salido a defenderme allá donde se me ha vilipendiado y se han dejado arrasar la Eucaristía en su propio Templo.” [13]

El tercer ámbito donde actúa con fuerza el demonio es en el matrimonio y la familia:

“Con energía quiero que no condescendáis, nunca, con la impiedad y la idolatría, aunque sea de vuestro propio esposo o esposa, vuestro padre o vuestro hermano. Si no sigue la Ley de Dios, no es de vuestra familia, aunque tengáis los mismos lazos de sangre o aunque os una un matrimonio.

La separación de vosotros la establecen ellos.

Y si sois obligados por ellos a actuar contra la Ley de Dios, debéis negaros y cortar esa relación que os incita a pecar.[14] Porque los lazos del espíritu son mayores que los de la carne. Y las personas que se apartan de Dios no están en comunión con vosotros ni ahora ni eternamente

Relaciones sexuales en contra de la Ley de Dios. Inmoralidad en las costumbres. Idolatría del dinero, del tener y el placer.

¡Ah, hijos!, debíais ser más enérgicos en cortar con todo esto, pues si lo compartís con los vuestros, aunque sea de uniones lícitas y lazos de sangre auténticos, os arrastra a caer en lo mismo.

¡Cortad!

¿No tenéis vosotros la misma fuerza para atraerles a ellos, a vuestros seres queridos, a lo vuestro según la Ley de Dios? ¿Por qué?

Pues es, simplemente, porque no lo vivís en vosotros sincera y radicalmente.

Si supieran que sois insobornables no lo intentarían y se cuestionarían por qué esa firmeza y fiereza en vosotros” [15]

 “Mira cómo el vicio os rodea. No existen matrimonios donde se cumpla la Ley de Dios.

¡Oh!, ¡cuando ellos se den cuenta de su error!, ¡qué alaridos, Marga! Dirán que por qué nadie se lo dijo nunca. Pero, hijos míos: ¡si Yo me encuentro advirtiéndoos desde siglos! ¿Nunca? ¡Escuchad mis Mensajes!” [16]

[1] Lc 18:9-14. (El fariseo y el publicano).

[2] Mensaje de Jesús del 02-05-2012

[3] Ap 3, 15-17

[4] Lc 13, 4

[5] Mensaje de Jesús del 18-11-2015

[6] Mensaje de Jesús del 08-06-2012

[7] Mensaje de Jesús del 06-05-2012

[8] En la web: “Instrucciones del Cielo para el Reino Nuevo”.

[9] Mensaje de Jesús del 06-10-2020

[10] Mensaje de Jesús del 06-10-2020

[11] Mensaje de Jesús del 08-10-2009

[12] Lc 9, 62

[13] Mensaje de Jesús del 13-10-2020

[14] Cfr. Mt 5,9; 18.9. 

[15] Mensaje de Jesús del 13-10-2020

[16] Mensaje de la Virgen del 09-03-2012

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