Cuaresma 2022 – Tiempo de conversión y sacrificio

1.- Tiempo de conversión: El perdón.

“A los que me escucháis, os digo…”
Comentario al Evangelio según san Lucas (6,27-38):
Así empieza Jesús su discurso, para a continuación ir descendiendo de una manera práctica y concreta a nuestra vida cotidiana, explicándonos claramente cómo debe comportarse un cristiano.

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2.- Tiempo de ayuno y penitencia.

Ayuno hasta el día de Resurrección según las indicaciones de la Virgen en el mensaje del 20-06-2020:

“Convocad un ayuno de 40 días. En el cuál Yo sólo os voy a pedir lo que estipula la Iglesia como ayuno, que en realidad no es nada, pero a ustedes los españoles, les cuesta mucho, pues no están acostumbrados al ayuno y todo lo celebran comiendo.
El ayuno es dos refrigerios frugales al día, con una sola comida fuerte.

¿Podré pediros esto?”

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Comentario al Evangelio según san Lucas (6,27-38):

“A los que me escucháis, os digo…”

Así empieza Jesús su discurso, para a continuación ir descendiendo de una manera práctica y concreta a nuestra vida cotidiana, explicándonos claramente cómo debe comportarse un cristiano.

Cuando se pone a concretar, Jesús resulta de lo más exigente.

¡Cómo debieron resonar en el interior de aquellas gentes que le escuchaban estas Palabras: “Amad a vuestros enemigos”!

La sorpresa que causó entonces esta petición, la causa igualmente hoy día en nosotros; resuenan en nuestro interior tremendamente fuertes y exigentes.

Nos damos perfecta cuenta de que no estamos ante un planteamiento filosófico, sino que Jesús nos habla de un estilo de vida. Algo concreto. Y además permanente, no sólo para un rato.

Dios es Amor. No podemos estar en Comunión con Él si no amamos. Los primeros perjudicados de esta falta de perdón, somos nosotros mismos: perdemos la Paz, la Alegría… No somos felices.

Queremos perdonar y no podemos. ¿Será posible perdonar?

¡Claro que sí! Dios no nos plantea imposibles o cosas para unos pocos privilegiados.

¿Pero cómo llegar a esta Bienaventuranza, y ser feliz así en la tierra y luego en el Cielo?

Nada sin la Gracia. Nada sin los Sacramentos, que nos dan al mismo Jesús y nos donan al Espíritu Santo que mora en nosotros y va haciendo su acción, nos transforma.

Considerar que nosotros podemos solos y no necesitamos el Amor de Dios, sería un gran error. No podemos amar, si no es con su Amor. Acudamos a la Fuente para llenarnos de Él.

Pero a veces tenemos esta contradicción: vivimos una vida de Sacramentos y seguimos sin amar de verdad; no amamos a nuestros hermanos, no alcanzamos el perdón sincero para los que creemos nuestros enemigos y sufrimos por ello, hacemos sufrir a los que nos aman, y hacemos sufrir a Dios.

Aquí van algunas consideraciones que quizá puedan ayudar:

1.- Considerar que no tengo “enemigos”, en plural. El ser humano tiene un único Enemigo, que es el Demonio. Éste nos ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.[1] Y es el que intenta dañar nuestra vida.

Es éste el que asedia y enreda entre unos y otros para dañarnos. Utiliza a las personas para ponerlas unas en contra de otras.

2.-Visto así, las ofensas no son algo personal de uno contra otro. Es algo entre el Demonio y el hombre. Esa persona que supuestamente te ha hecho daño, no te odia. El único que te odia es el Demonio.

3.- Ponernos en la piel del que nos ha ofendido. No conocemos el interior de esa persona y los motivos que le han hecho hacernos daño. El Amor disculpa siempre.[2] Sus motivos ha tenido, y no nos corresponde a nosotros saberlo y entenderlo todo.

4.- ¿Cómo es el estado de una persona que hace mal a otro? Es muy doloroso. Sin amor, se pasa muy mal. Nosotros mismos podemos hablar de esa experiencia propia.

5.- Dios le Ama, como nos Ama a nosotros. Nos Ama a todos. Todos somos sus hijos. Los que nos dañaron, son hijos de Dios, como lo somos nosotros. Y Él les busca y les Ama Entrañablemente.

6.- Todo ser humano es valioso a los ojos de Dios. Por él ha dado su Vida. En él ha puesto su semilla. Es imagen de Dios. En todo ser humano está la impronta y la belleza de Dios. Nuestros supuestos enemigos tienen una dignidad que nosotros no podemos arrebatársela con nuestra falta de perdón.

7.- ¿Es que nosotros no hemos sido alguna vez enemigo para otra persona? ¿Cómo querríamos que esa persona a la que hemos ofendido, nos tratara?

8.- Perdonad y seréis perdonados. Todos tenemos la experiencia del perdón de Dios. Qué alivio sentimos cuando el sacerdote en la confesión nos absuelve de nuestros pecados. ¿Hay algo que Dios no pueda perdonar? Nada. Dios perdona todo.

Para poder amar, Dios nos da su Amor. Y su Amor es incondicional. Si amamos con su Amor, perdonaremos como Él perdona nuestras ofensas.[3] Perdonaremos todo.

9.- Alguien tiene que parar esto. Y ése alguien eres tú. Esta espiral de odio y violencia que inunda el mundo parece imparable. Alguien tiene que poner fin a tanta ofensa al hermano. Y ése eres tú. Si devolvemos bien por mal, se acabarían los problemas. Cesarían hasta las guerras.

Deberíamos pensar que, con nuestra falta de perdón al hermano, impedimos que esa alma se arrepienta y se encuentre con el Amor de Dios.

Y no sólo esa alma. Nuestra falta de perdón concreto, impide el reencuentro de toda la Humanidad con el Amor de Dios.

¿Has pensado alguna vez que si tú y yo perdonamos, podemos frenar avance del mal en el mundo?

[1] 1 Pedro 5, 8-9

[2] 1 Corintios 13

[3] Mateo 6,9-13

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