Mensaje de Jesús del 13 – 10 – 2020

Jesús:

Zarpa. Emprende la marcha. Ve a la conquista. Emprende la lucha.

Tu tropa está preparada.

Y tus naves también.

Con energía quiero, querida, que no condescendáis nunca con la impiedad y la idolatría, aunque sea de vuestro propio esposo o esposa, vuestro padre o vuestro hermano.

Si no sigue la Ley de Dios, no es de vuestra familia, aunque tengáis los mismos lazos de sangre, o aunque os una un matrimonio.

La separación de vosotros la establecen ellos. [1]

Y si sois obligados por ellos a actuar contra la Ley de Dios, debéis negaros y cortar esa relación que os incita a pecar,[2] porque los lazos del espíritu son mayores que los de la carne, y las personas que se apartan de Dios no están en comunión con vosotros, ni ahora ni eternamente

Relaciones sexuales en contra de la Ley de Dios. Inmoralidad en las costumbres. Idolatría del dinero, del tener y el placer.

¡Ah, hijos!, debíais ser más enérgicos en cortar con todo esto, pues si lo compartís con los vuestros, aunque sea de uniones lícitas y lazos de sangre auténticos, os arrastra a caer en lo mismo.

¡Cortad!

¿No tenéis vosotros la misma fuerza para atraerles a ellos, a vuestros seres queridos, a lo vuestro según la Ley de Dios? ¿Por qué? [3]

Pues es simplemente porque no lo vivís en vosotros sincera y radicalmente.

Si supieran que sois insobornables no lo intentarían y se cuestionarían por qué esa firmeza y fiereza en vosotros

¿Por qué vuestros Pastores han conseguido imponeros la Comunión en la mano? Porque no han encontrado apenas oposición en vosotros. Y así con todo.

¡Necesito que seáis más firmes, más fieros[4] y más fieles!

Pensáis: “Señor, si hablas de «fiereza», es una actitud belicosa y beligerante”.

Sí, cuando se trata de defender vuestros valores, la Patria y Dios.

¿Por qué os los dejáis arrebatar con tanta facilidad y no lucháis?

Quiero lucha.[5] Estamos en la Batalla.

¡Que luchen!

Diles que tienen en su interior todavía muchas actitudes idolátricas y propias de los que no han conocido el Amor de Dios y pretenden quedar bien con el mundo.

  • Diles que se preocupan en el gozar sólo y en el tener.
  • Diles que les importa el qué dirán.
  • Diles que en su corazón convive la impureza con la adoración a Dios, y eso lastima mi Alma.
  • Diles que piensan que en ellos puede convivir el pecado con un seguimiento grande a Cristo, y que no han renunciado a él.
  • Diles que les espero dando testimonio y se callan.
  • Diles que pongo a su lado solos y desamparados, personas a las que atender, y les abandonan.
  • Diles que no encuentro que hayan salido a defenderme allá donde se me ha vilipendiado y se han dejado arrasar la Eucaristía en su propio Templo.

¡Ah, querida! Si esperan una carta de Mí y una palabra de ti, te diré que es ésta: ¡LUCHA!

Coge tus naves y ven con los tuyos, con tu ejército, con tus tripulantes. Los que esperan las órdenes porque reconocen en ti la que guía la mano de Dios, la líder que porta sus órdenes, la que sabe lo que hay que hacer.

No puedes descender la marcha: sería un caer en las garras del enemigo.

Pretenden manejaros a los españoles. ¡No lo conseguirán!

¡Defended vuestros valores! ¡Defended vuestra Patria! ¡Que no os la arrebaten!

Reavivad el fuego en vuestros Pastores, que están aterrados viendo cómo no han sabido defender la Religión y ahora se la arrebatan desde todos los ámbitos.

Dejad a todos esos vuestros hermanos que pretenden vivir una fe light, licuada, a su medida. Dejadlos en esa vida y vosotros defended la fe católica auténtica.

Para todos los que dejaron sus matrimonios auténticos y pidieron el divorcio.

Para todos aquellos que impidieron que naciera nueva vida en su interior.

Para todos aquellos que abandonan a sus mayores.

Para todos sobre los que prima el estatus social propio y el de los demás, antes que el ser.

Para todos los que olvidan la fe y la práctica religiosa, los que no se acuerdan de Dios ni en sus cenas.

Para todos los que son escándalo de los pequeños en todos los ámbitos.

Para los que no trabajan por la paz y la justicia.

Para los que se olvidan del pobre y desamparado.

Para todos ellos, que hacen eso y no buscan arrepentimiento y no se arrepienten para vivir.

Les espera la muerte, y muerte eterna, y no son vuestros hermanos, no están en vuestra comunión.

Si no buscan conversión, abandonadlos. Dejadles a la Misericordia de Dios. No tengáis trato con ellos[6] y fomentad el trato con todas aquellas almas que buscan conversión y que os están encomendadas y os están esperando.

Hay mucho trabajo, mucho que hacer para perder el tiempo y las energías con los que están a gusto en su vida de pecado y no quieren conversión.

Sería una distracción y una tentación para vosotros, pues os haría caer, pretender compartir y condescender con ellos, con la excusa de salvarles.

 

Diles que Jesucristo no amó el pecado. Jesucristo destruyó el pecado. Y al destruirlo lo hizo vida.

Y era tan importante rechazarlo y destruirlo que, para hacerlo, se entregó a Sí Mismo bajo una muerte abominable y muerte en Cruz.[7]

Si queréis ver la realidad del pecado mirad al Crucificado y pensad que fue necesario que Dios mismo en su Hijo fuera aniquilado y maltratado hasta la muerte, y muerte en Cruz, para aniquilar, para borrar de tu vida ese pecado en el que tú muy a gusto te complaces e incluso a veces estás orgulloso.

Cuando le pedís al Padre que acepte vuestro pecado es como pedirle que maltrate nuevamente a su Hijo, por el gusto de concederos ese placer temporal.

¿No os importa crucificar a Cristo?[8]

¿Debe Él sufrir todo eso sólo por tu gusto y tu capricho en la tierra?

Todavía hoy os contemplo en el Templo, gritando y rogándole a Dios que os conceda maltratar a su Hijo.

¿Cómo podéis tener esa insolencia tan grande?

¡Oh, hija!, ¿sabes?, tus amigos, tus hermanos han hecho una iglesia a su medida y una nueva ley que pretenden imponérsela a Dios, que son ley del hombre y sus caprichos. Ley para dominar y ordenar a Dios.

¡Y a Dios nadie le ordena! Es Él el que manda y ordena al hombre.

Existe una única Ley de Dios, que no se adapta a las circunstancias, que es Eterna.

Existe una única Iglesia, que no se reinventa con los tiempos. Es la que es, y fundada por Jesucristo, avalada por la Tradición, el Magisterio y la Palabra de Dios.

Todo aquel que quiere vivir otra Ley de Dios y pertenecer a una Nueva Iglesia, que salga de la Auténtica y cree la suya propia. ¡Que tenga lugar la ruptura!

En las naves, ¡defendedla!

Ayudad al Papa a agarrar a la Iglesia a las dos columnas: la Virgen y la Eucaristía.[9]

¡Ayudadle! ¡Apoyadle!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

[1] “Ellos”: los que no cumplen la Ley de Dios.

[2] Cfr. Mt 5,9; 18,9; Ef 5,7. 

[3] Si ellos nos quieren incitar a algo malo, ¿no tendremos nosotros la misma fuerza al menos para moverles a lo bueno?

[4] Más valerosos, menos cobardes.

[5] Jb 7,1; Mt 10,34ss.

[6] Cfr. Mt 5,9; 18,9; Ef 5,7; I Co 5,9ss.; 2 Co 6,14. 

[7] Cfr. Flp 2,8.

[8] Cfr. Hb 6,6.

[9] Se refiere al famoso sueño de San Juan Bosco.

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