Mensaje de la Virgen María del 19-12-2019. El cambio de los corazones

Virgen:

Marga querida, antes hablemos tú y Yo.

Claro. Gracias, Mamá.

Con ardiente anhelo he esperado este momento y el “ten paciencia y espera tu regalo” que un día oíste de esta imagen,[1] también se refería a esto. Y luego tan anunciado por Dios para ti, y así, y tiene hoy finalmente su cumplimiento.

Esto es un Centro para el Corazón de Jesús, un “Centro de Amor”, de regalo a Jesús, como os ha gustado decir.

Pero también es una Casa para ti, donde el Señor te alberga a ti y a tu familia, y te protege de la debacle que se os viene encima a todos, a toda la Humanidad.

Tú no sales de tu asombro al estar viviendo aquí con los tuyos y así. Harás de esta Casa un lugar acogedor para los tuyos, sus amigos y para la Fundación y sus allegados. Así como para toda la gente de buena voluntad que se quiera unir o valer de tu Obra.

¡Asombrarás a tantos!

Diles hoy, quiero que les digas que no estamos nosotros para pesimismos y desesperanzas, para agoreros y cosas negativas. ¡Estamos los cristianos en el mundo de hoy para llenarlo de esperanza!

¡Nace Enmanuel! “Dios con nosotros”, y llena al mundo de sentido y de alegría de vivir.

Esperáis ahora su Segunda Venida. Pero para ello debe encontrar al mundo preparado. ¿Están preparados?

¿Estáis preparados? ¿No estáis más bien preocupados de todas las materialidades? ¿Habéis hecho un cambio de corazón?

Los corazones deben estar muy cambiados para su Venida.

Es momento de enderezar las sendas[2] y hacer un cambio personal hacia la conversión.

¿Es vuestro corazón un corazón pesimista que no vive la Alegría de su Nacimiento y su Venida?

¿Es vuestro corazón un corazón que nada en el rencor sin arrancárselo de sí, que recuerda continuamente las afrentas del hermano, que no perdona, no ama y no devuelve bien por mal?[3]

¿Es vuestra vida una vida ociosa, que se dedica a pensar en sí mismo y no trabaja para acercar el Reino de Dios a las gentes?

Queridos, tenéis que convertiros, y convertiros primeramente vosotros, que sois los que estáis Conmigo y con Jesús, y sois los que buscáis mis Palabras. Si no las buscáis para convertiros, decidme para qué las buscáis.

El cambio de los corazones del mundo pasa por un cambio: primero de vuestros corazones.

Cuando el mundo vea cómo os habéis convertido y el amor que emana de vosotros, querrá igualmente buscar conversión. No antes. No antes.

Si no les lleváis vosotros el Anuncio del Enmanuel entre vosotros, decidme quién lo hará.

Y si no lo conocen, no podrán convertirse.

Y si no se convierten, no podrá venir a vosotros el Reino de Dios.

Es tiempo de conversión.

Es tiempo de preparar su Venida.

Es tiempo de preparar los corazones, empezando por el propio vuestro.

Es tiempo de anunciar al mundo la salvación.

Así podrá venir a Reinar. No antes.

Os necesita a vosotros, pequeño rebañito disperso.

Congregaos, congregaos alrededor de una Madre, María, la Madre de la Humanidad, la Madre de todos vosotros.

Para eso Yo suscito -dice el Señor- Centros como éste. Centros de Oración y Transformación. Centros donde mis ovejitas se congregan y se preparan para ser audaces guerreros por mi Reino.

Centros donde vienen a recibir las instrucciones de María, Madre de la Humanidad.

Centros donde Ella les prepara, como miembros congregados y unidos de su Ejército.

Ésta es mi primera instrucción para vosotros:[4] Quiero convertir los corazones del mundo al Corazón de Dios, y primero debéis empezar por convertir el vuestro.

He dicho, de parte de Dios.

Éste es el Tiempo de la Preparación.

Éste es el Tiempo de la Conversión.

Amén.

Gracias por haber respondido a mi Llamada.

(Esta frase abarca un agradecimiento más completo que lo escrito. Es un agradecimiento de la Virgen por nuestra actitud de escucha a Dios, de poner en práctica sus órdenes. Nuestra actitud de conversión).

[1] Cuando yo tenía unos 20 años, la misma imagen me habló al preguntarle sobre mi vocación después de unos Ejercicios Espirituales. De mi grupo de 4 amigas, 3 se habían ido monjas y me había quedado sola. Me dijo eso: “Ten paciencia y espera tu regalo”. El día de Reyes de ese año, empecé a salir con Juan. Esa frase era para eso y también para esto. La imagen quiso estar en la inauguración, sin yo buscarlo.

[2] Cfr. Is 40,3; Mc 1,3.

[3] Cfr. Rm 12,21.

[4] Se supone que quiere decir que es la primera instrucción para todos, dada en el Centro.

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