HABLEMOS DEL PAPA FRANCISCO…

Por Ángel Mª Rojas, S.J.

Una anécdota.

Allá por el año 1555, el Papa Marcelo II falleció a los 22 días después de ser elegido sucesor de Pedro.

En ese breve período de tiempo ayudó mucho a los jesuitas, recién fundados por San Ignacio de Loyola.

Le sucedió el octogenario Juan Pedro Caraffa, con el nombre de Paulo IV, antiespañol visceral y enemigo de los jesuitas. Complicó la vida de Ignacio de Loyola y surgieron problemas.

San Ignacio no admitía críticas y menos del Papa. Por eso lo cortaba en seco: “Hablemos del Papa Marcelo”.

Hablemos del Papa Marcelo” es una expresión que aún usan los jesuitas cuando alguno quiere cortar una crítica.

Hoy abundan muchas críticas contra el Papa Francisco.

Los enemigos habituales del Papado siguen haciéndolo como siempre.

Pero ahora surgen “los buenos de toda la vida”, los tradicionales, acusándole de variadísimas cosas y muy manipuladas.

Recuerdan a los “oficialmente buenos” de hace 20 siglos (fariseos, sacerdotes y escribas), cómo criticaban a Jesús. 

Se dan también hoy los que afirman: Francisco no es Papa.

Conozco personalmente a algunos sacerdotes de este gremio que, aunque parecen “piadosos”, al no admitir al Papa, ¡son cismáticos!, es decir, ¡¡¡no son católicos!!!

El Código de Derecho Canónico define el Cisma como “rechazar la sujeción al Sumo Pontífice (CIC 751), que “incurre en excomunión latae sententiaey “se pueden añadir otras penas, sin exceptuar la expulsión del estado clerical” (CIC 1364).

¡Los que tal defienden son cismáticos! ¡Han dejado la Iglesia Católica! ¡Es algo gravísimo!

Por lo demás, para éstos se da el absurdo de que los Cardenales nombrados por Francisco, serían nulos, por lo que el próximo Cónclave sería nulo, de modo que el siguiente elegido sería Papa inválido. Y los sucesivos, lógicamente…  Es decir, se cargarían todo Papa futuro…

Hablamos del 8º Mandamiento.

CEC 2479: “La maledicencia y la calumnia destruyen la reputación y el honor del prójimo. El honor es el testimonio social dado a la dignidad humana y cada uno posee un derecho natural al honor de su nombre, a su reputación y a su respeto. Así, la maledicencia y la calumnia lesionan las virtudes de la justicia y de la caridad.”

La difamación, murmuración, crítica, etc., quitan la fama ajena manifestando sin causa justa pecados y defectos.

Si las acusaciones son falsas o exageradas, adquieren el carácter de calumnias, que pueden ser pecado grave.

La gravedad depende de la materia y de la persona difamada.

Si es contra el Papa, al ir contra la Autoridad Suprema de la Iglesia, el Vicario de Cristo, adquiere una gravedad especial.

Van contra Jesús: “El que a vosotros os rechaza, a Mí me rechaza; y el que a Mí me rechaza, rechaza al que me envió. (Lc 10,16).

Obliga a rectificar y reparar los males causados.

 

No critiquemos a nadie, y menos al Papa: ¡Todos somos pecadores!

“El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.” (Jn 8,7).

 

En la Iglesia siempre ha habido Papas con fallos. Jesús no eligió Ángeles, sino hombres…

El primero que falló fue ¡San Pedro!

Recién nombrado Papa, “tientaa Jesús, que le tiene que corregir fuertemente. Por cierto, los apóstoles no le criticaron, ni Jesús lo quitó de su puesto.

Después, abandonó a Jesús en la Pasión, pero se arrepintió y dio la vida por Jesús, mártir. ¡Hoy es un gran Santo!

 

Es cierto que hubo Papas indignos.

Recordemos a Alejandro VI, español.

Fue uno de los hombres más ricos de Roma. Para conseguir el Papado utilizó traiciones y asesinatos.

Tuvo una amante oficial: Vanozza Cattanei. Fue padre de no menos de ocho hijos, por lo menos, con tres mujeres diferentes.

Estos escándalos los conocían perfectamente los cristianos de aquel tiempo. Recordemos a San Antonio María Zaccaría, San Bernardino de Siena, San Carlos Borromeo, San Estanislao de Kostka, San Felipe Neri, San Jerónimo Emiliani, San Juan de Capistrano, San Juan Fisher, San Luis Gonzaga, San Pedro Canisio, San Pedro Fabro, Santa Ángela de Mérici, Santa Beatriz da Silva, Santa Francisca Romana, Santa Juana de Arco, Santa Rita de Casia, Santo Tomás Moro

Y, por citar a nuestra Patria, no olvidemos a Francisco de Paula, San Francisco Javier, San José de Anchieta, San Juan de Ávila, San Juan de Dios, San Juan de la Cruz, San Juan de Sahagún, San Ignacio de Loyola, San Pascual Bailón, San Pedro Arbués, San Pedro de Alcántara, San Pedro Regalado, San Tomás de Villanueva, San Vicente Ferrer, Santa Teresa de Ávila, Santo Toribio de Mogrovejo, San Alonso Rodríguez, etc. Y sin olvidar a San Francisco de Borja, que fue bisnieto del citado papa Alejandro VI.

Todos estos santos no tenían tiempo ni ganas de dedicarse a criticar. Bastante tenían por procurar hacerse santos ellos mismos y a construir una Iglesia mejor. 

Sí, es cierto que ha habido algunos Papas indignos, pero de los 266 Papas que ha habido en la Iglesia Católica, 88 están en los altares. Una tercera parte. Desde los primeros: San Pedro, San Lino, San Anacleto, San Clemente I, etc. hasta los últimos: San Juan XXIII, San Pablo VI, San Juan Pablo II…

Las aves carroñeras se alimentan de basura podrida. Las abejas y mariposas buscan su alimento en las flores.

Teniendo un panorama tan fenomenal en la Iglesia, ¿por qué hay cuervos, hurgando en la basura?

 

Por lo demás, al Papa Francisco no se le puede comparar con Papas escandalosos.

Francisco es piadoso y ha hecho muchas cosas buenas.

¿Que ha podido tener imprudencias? ¿Quién no?

Él mismo ha repetido: “Cometo errores. Me he equivocado algunas veces en mi modo de decir las cosas.” “Sí, he dado algunos patinazos”. “No busco hablar como un profesor, sino como un pastor”.

 

¿Qué actitud tenemos nosotros?:

* Los fariseos, los cuervos, que miran la mota del ojo del otro sin ver la viga del suyo. (Lc 6,37-42).

* Los que no tienen tiempo de fijarse en los fallos de los demás, porque tienen suficiente con ver los suyos, corregirse y luchar por ser santos. Los que no tiran piedras a otros. Los que aman a los demás, contribuyen a construir una Iglesia más santa, rezan por los demás.

Repetían con Santa Catalina de Siena: “Quien no obedezca al dulce Cristo en la tierra, que está en el lugar de Cristo en el Cielo, no participa del fruto de la Sangre del Hijo de Dios.”

 

¿Cuál es la obligación del buen cristiano respecto a todo Papa?

El Concilio nos lo pide: El obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento de modo particular ha de ser prestado al Romano Pontífice; de tal manera que se le reconozca con reverencia. (LG 25)

 

El Vicario de Cristo, su representante, nos pide repetidamente que recemos por él.

Apoyémosle con nuestro respeto, cariño y amor.

¡Recemos por el Papa Francisco!

N.B.- También sería bueno aplicar estas consideraciones a los Obispos y Sacerdotes.

Sería mejor si, en vez de criticarlos, rezáramos por ellos…

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